Encuentra un lugar tranquilo
No necesitas un espacio especial, pero sí un sitio donde te sientas cómodo y sin distracciones.
Puede ser en el sofá, en una silla o incluso en la cama. Si lo prefieres, siéntate en el suelo con la espalda recta y un cojín debajo.

Cierra los ojos y respira
Empieza con tres respiraciones profundas: inhala por la nariz, llena el abdomen de aire y exhala lentamente por la boca.
Después, deja que tu respiración fluya de manera natural. Solo obsérvala sin intentar controlarla.
Enfoca tu atención
Puedes centrarte en tu respiración, un sonido, una palabra o la sensación de tu cuerpo.
Si tu mente se dispersa (y lo hará, es normal), simplemente vuelve a tu punto de enfoque sin juzgarte.


Mantente presente durante 5 minutos
No te preocupes por hacerlo perfecto. Si te ayuda, puedes usar un temporizador suave o escuchar música relajante de fondo.
Al principio, puede parecer que el tiempo pasa lento, pero con la práctica te resultará más fácil.
Termina con calma
Antes de abrir los ojos, toma un momento para agradecerte el tiempo que te has dedicado.
Respira profundo, estira un poco el cuerpo y vuelve a tu día con una sensación de calma renovada.